La alarma suena. Gruño y escondo mi cabeza debajo de la almohada. La maldita alarma sigue sonando en la mesita de noche. Me aferro con fuerza a la almohada decidida a no dar mi brazo a torcer y seguir durmiendo.
Pero mi alarma no está dispuesta a darme tregua y maldigo por lo bajo. Siento como Gus tira de la sábana enredada de mi pierna y chilla para que me levante.
-No Gus, déjame dormir.- pero vuelve a chillar tirando con más fuerza.- A veces te odio Gustavo.
Gimo y me estiro para desemperezarme.
Miro a mi pequeño amigo que a su vez me mira con la cabeza ladeada y su mirada curiosa. Gus es un cachorrito Husky de tres meses con los ojos azules como el cielo y es el amor de mi vida. Cuando lo vi en la tienda de mascotas supe que sería mi mejor amigo.
Agacha el hocico al piso y empuja hacia mí su correa.
-Hoy no puedo amigo, tengo una audición.- estiro mis brazos por encima de mi cabeza y bostezo cuando miro el calendario.- ¡Fuck! ¡La audición!
Me pongo de pie de un salto y corro hacia el baño para ducharme. Me quito toda la ropa y la lanzo por la habitación sin fijarme y provocando que mi pijama caiga encima de Gus. Rio y me meto bajo el chorro de agua. Pero ésta está helada y tengo que salir de inmediato tras pegar un buen grito. Trato de calentar el agua y nivelarla, pero solo hay agua fría. Maldigo y recuerdo que olvidé pagar el gas.
Corro de nuevo a mi habitación y busco en el armario algo cómodo y práctico para la audición, pero todo está sucio porque no he tenido tiempo de echar una lavadora. Al final elijo unos pantalones de yoga, una blusa floja y mis tenis. Me levanto el cabello en un moño alto y tras lavarme la cara, tomo una botella de agua, mi teléfono, mi bolso y mis llaves del departamento para salir, no sin antes dejarle comida y agua a Gus porque no volveré hasta tarde.
Me topo con el señor Fitzgerald, el dueño del edificio y de inmediato me disculpo por el atraso de la renta y me comprometo a pagarle hoy mismo en la tarde. El viejo solo asiente y sonríe por lo bajo al verme correr. Sé que le caigo bien y que me aprecia, pero debe mantener su postura ruda o sino nadie lo tomaría en serio.
Mientras bajo corriendo las escaleras veo que la puerta de Yanira, una mujer india, se abre y despide junto a sus tres pequeños, de su esposo Rasheed, quien tiene un pequeño local de comida hindú cerca de aquí. Los saludo sonriente y tropiezo con la pelota de uno de ellos en mi apresurada carrera por llegar a tiempo. Ella se disculpa apenada por el desorden de sus hijos y yo solo me levanto riendo y continúo mi carrera.
En cuanto salgo del edificio, saludo a Russel, Thomas y Mathew, quienes tocan jazz desde temprano mientras juegan ajedrez. No sé porque les encanta hacerlo afuera del edificio, pero admiro sus ganas de vivir y espero que al ser mayor como ellos, mantenga ese espíritu joven.
-Suerte en tu audición Gwen.- me desea Thomas, un hombre canoso, bigotón con algunas arrugas.
-Gracias chicos.- rio al verlos con una bolsa de papel en las manos.
-Preparamos esto para ti. Sabemos que seguramente no desayunaste y un poco de energía te vendría bien.- Russel, quien es viudo desde hace siete años y tiene miles de arrugas en su cara, me tiende la bolsa y les envío un beso a los tres después de agradecerles.
-Son lo mejor. Los amo.
-Corre o no alcanzarás el metro a tiempo.- me grita Mathew riendo y negando con la cabeza mientras se truena la espalda y los tres retoman su jugada.
Pero sé que lo mejor será ir en taxi, así que corro hacia la avenida principal para poder alcanzar uno. El puente de Brooklyn se impone justo delante de mí y sonrió al ver los altos rascacielos del otro lado esperándome.
Quizás ya es hora de mudarme a Queens o a lo mejor aquí mismo a un departamento más grande, pero me gusta el mío y mi edificio. El hecho de que sea muy amplio y que a lo largo de los años yo lo haya adaptado a mi personalidad, me fascina. Sus paredes son de ladrillo y el suelo es de duela. Hay algunos floreros por el piso y hay una pared blanca llena de fotos que divide la sala de estar con mi alcoba. Tiene una terraza desde la cual se puede observar el puente de Brooklyn y ahí tengo un camastro para tomar el sol durante verano, de manera discreta y sin ser vista por los demás. Ese apartamento es mi lugar especial y le tengo un enorme cariño. Además, aquí tengo buenos amigos y personas que me vieron crecer de manera personal y profesional desde que llegué.
No digo que sea una estrella, porque no lo soy, pero justo ahora estoy en el punto de despegue de mi carrera en Broadway y no podría estar más agradecida con la vida y mis vecinos por esto.
Pero la audición me tiene bastante nerviosa. Tal vez me estoy lanzando a lo más alto al audicionar para Wicked, pero no hay nada imposible y siempre me he caracterizado por soñar en grande y luchar por ello.
No tengo la mejor voz del mundo y sé que seguramente debe haber más chicas que alcancen notas de voz mayores que las mías... pero debo tener fe.
Broadway siempre fue mi sueño desde niña y me ha costado mucho llegar hasta aquí.
Paro un taxi y tras darle las instrucciones, me relajo y abro la bolsa que mis queridos vecinos hicieron para mí. Emparedado de mantequilla de maní con nutella. Me relamo los labios y sonrío con ternura al pensar en toda esa gente y sus muestras de cariño a lo largo de los años.
Cuando llegué a ese edificio tenía tan solo 19 y no sabía nada de la vida o de la jungla que era Nueva York. Y todos ellos siempre se preocuparon por mí y por estar al pendiente. Les debo todo.
Cuando llegué tenía diferentes trabajos, como mesera en restaurantes, como mensajera en una empresa y también cantaba con Thomas, Mathew y Russel en un viejo bar del centro al que solo visitaban pocas personas. Pude pagar la universidad gracias al apoyo de mis padres, mis trabajos y a mis vecinos que no aceptaron mis negativas y me apoyaron con diferentes cosas para lograr graduarme. Todos son mi familia y no imagino mi vida sin ellos. He ahí el motivo del porque no me he mudado a pesar de los largos trayectos que recorro a diario: porque una sonrisa de ellos, vale cualquier distancia.
Tres cuartos de hora más tarde, lo cual es una bendición debido al tráfico, pago el taxi y bajo para correr hacia el teatro. Los imponentes edificios de la ciudad no me intimidan, al contrario, me infunden valor y seguridad para el gran paso que voy a dar hoy. Cuando llego, hay una larga fila de postulantes para distintos papeles y tras anotarme, me formo y espero mi turno.
Sé que estoy tirando demasiado alto y que es casi imposible que logre el papel, pero también sé que no pierdo nada. No siempre se gana y a veces, ir en contra de la gravedad no es tan malo.
Rio de mi misma y tras notar como me miran algunas personas, decido relajarme. Pero cuando me veo en el espejo de en frente, casi grito.
Mi cabello es un asco y estoy sudada. La carrera lo ha provocado.
Corro al baño por papel y me arreglo un poco para no verme tan mal.
Tomo aire y salgo.
Los posters de Wicked están por todas partes y eso me pone más nerviosa. Veo la lista de premios Tony que ha ganado el musical y más me ruge el estómago de nervios.
Siento que voy a hiperventilar cuando dicen mi nombre.
Miro el reloj y ahogo un gemido, llevo dos horas paseando nerviosa y ni cuenta me he dado.
Al final, tomo aire y salgo al escenario donde el director del musical me espera junto a una mesa directiva sentados entre las butacas rojas con una mesa y una pequeña lámpara de noche a cada lado.
Trago en seco y me planto delante de ellos. Me explican que están reinventando el cast para Wicked debido a que Idina Menzel tiene otros compromisos y quieren buscar nuevos talentos. Me presento y les hablo de mi experiencia educativa y profesional.
-He trabajado en musicales como Amor sin Barreras, Chicago, Vaselina, Los Locos Adams y Rent.
-¿Protagónicos?
-Ninguno, aunque en el 2009 interpreté en una función a "Anita” como suplente en Amor sin Barreras. En general solo he interpretado papeles secundarios.
Veo como anotan en un expediente y me remuevo nerviosa.
-¿Qué papel buscas en Wicked?
-Elphaba.
Todos alzan la vista y me miran curiosos, casi con burla.
-Bien, muéstranos que tienes.
Me preparo y canto "As Long As You're Mine".
Mi cara de orgullo no se compara con nada cuando veo la cara de asombro de sus asistentes y sinceramente me agrada saber que superé sus expectativas. El director solo asiente y escribe algo en su libreta.
Logro pasar a la segunda ronda y mientras espero, me bebo toda la botella de agua. No sé cuánto tiempo pasa, solo sé que mi angustia y ansiedad aumentan con cada segundo que pasa. Miles de personas entran y salen. Chicas vomitan en el baño y otras tantas lloran. Comienzo a sudar frío y me decido a caminar por el teatro o me volveré loca.
Tomo aire mientras camino sin parar de un extremo del teatro a otro hasta que finalmente nos llaman a las 10 finalistas. Nos piden que cantemos otra canción y decido poner todas mis cartas y arriesgarme. Elijo cantar la canción más difícil para mí y la que hasta hace poco logré dominar y alcanzar en tonos: "Defying Gravity".
Pienso en mamá y todos los tips que me dio para los nervios. Pienso en papá y lo orgulloso que estaría de verme aquí. Pienso en Britt, mi hermana menor de 15, y lo feliz que estaría en uno de los asientos aplaudiendo.
Tomo un par de bocanadas, gesticulo un poco y me aclaro la garganta.
Me posiciono en el centro del escenario, por segunda ocasión en el día y cierro los ojos.
No hay nadie más, solo tú Gwen.
"Something has changed within me, something is not the same. I'm through with playing by the rules of someone else's game..."
Sonrío con emoción al caer en la cuenta del lugar en el que estoy cantando y lo realmente cerca que estoy de llegar a la cima en poco tiempo. Ya soy ganadora con estar en las finalistas. Tomo aire con fuerza porque las notas altas no tardan en llegar.
"It’s time to try defying gravity. I think I'll try defying gravity. Kiss me goodbye I'm defying gravity and you won't bring me down!"
La presentación es un éxito, todos parecen satisfechos pero noto como el director me mira, lo cual me provoca nervios, y al final, en la última nota, la pierdo y no la alcanzo del todo. Todos aplauden, pero sé que es más por cortesía que por otra cosa ya que no logré la gran nota esperada. No sonó mal, de hecho sonó bien, pero Broadway no necesita que esté bien, sino perfecto.
De inmediato soy superada por la siguiente chica, y la siguiente a ella. Mis esperanzas caen.
Nos informan que en algunos días, llamarán a tres de nosotras para una segunda audición y elegir a la protagónica y su suplente.
Y estoy que no me lo creo. Pero convencida de que Wicked no es cualquier obra de Broadway y siendo realistas, sé que no van a llamarme.
Hubo más de tres chicas mucho mejores que yo y se por las miradas del director, que van a llamar a esas tres. Ni siquiera me presta mucha atención a mí, solo a ellas y veo como las señala. La decisión es obvia. Pero no pierdo la esperanza de que alguna de ellas quede afónica en estos días...
A las tres de la tarde, salgo del teatro y camino por Times Square algo pensativa pero a la vez segura de mí misma. En vez de tomar un taxi o el metro, me decido a caminar como siempre y me pongo en marcha hacia la American Academy of Dramatic Arts (AADA).
El estómago me ruge así que me detengo en una esquina y compro un hot-dog. Estoy saboreándolo y a punto de comérmelo, cuando una motocicleta pasa a mi lado empapándome a mí y a mi única comida de la tarde.
No sé si llorar, arrojarle el hot-dog mojado a su espalda o tirarme al suelo a hacer berrinche. Opto por actuar con madurez... y le grito un par de frescas al motociclista. Resoplo frustrada, tiro el hot-dog a la basura y voy a por otro.
Pero se han agotado. Aprieto las manos en puños y considero si recostarme en la calle para que me atropellen o no...
Exhalo y en cuanto llego a Madison Avenue me detengo en la cafetería que está frente a la academia y compro un baguette de atún. Saco el billete y lo pongo en la mesa cuando mi teléfono cae al suelo. Maldigo a la vez que ruego porque no se haya roto la pantalla. Casi doy saltos al descubrir que está intacto. Vuelvo a la barra y noto que el billete ya no está. La encargada dice no haberlo tomado y no veo al sujeto que estaba junto a mí cuando llegué. Casi me tiro de los cabellos al ver que he sido robada en mis propias narices y la dependienta ahoga una risilla al ver mi pequeño berrinche. Tiro mi cabeza sobre mis brazos recargados en la barra y gimo con fuerza odiando mi vida y mala suerte.
Si hay alguien salada en esta vida, esa soy yo. La vida me odia. En mi vida pasada debí haber sido una maldita, porque esta vida me odia más que a nadie. Ni a Hitler lo odió tanto como me odia a mí, y eso que no he asesinado a nadie... aún.
Saco otro billete, pago mi comida y corro hacia el otro lado de la calle para llegar a la academia.
Dicen que nunca se deja de aprender y es por eso que todas las tardes ensayo en la academia junto a compañeros del teatro musical que, al igual que yo, buscan mejorar cada vez más e irse especializando para lograr estelares.
Dejo todas mis cosas en el rincón y entro de inmediato al salón de baile de la Profesora Adams, quien me mira de mala manera por llegar tarde pero que gracias al cielo, pretende que no estoy, lo cual es un alivio. Saludo a algunos de mis compañeros, de inmediato me pongo al corriente con la clase y en seguida cojo el ritmo de la coreografía de "Chicago" que todos ensayan.
Tras un pesado día lleno de muchas emociones, tomo mis cosas y salgo del salón. La profesora nos ha agotado físicamente y camino sintiendo los pies de plomo siendo consciente de que ya no puedo con mi vida. Mi móvil comienza a pitar y respondo sin ver la pantalla.
-Hola.
-¿Cansada?
-Muerta.- suspiro haciendo un puchero pero sonriendo de escuchar su voz.- Siento que voy a colapsar ya.
-Suerte que tienes un novio que se preocupa por ti.
Bufo riendo.
-Sí, y que me llama hasta ahora y no me ha preguntado cómo me fue en mi audición.
Él ríe levemente.
-Porque quería que se lo contaras en persona.- se defiende.
-Uy sí, dentro de dos semanas que regrese.- con la espalda abro la puerta de la academia que da a la calle, ya que llevo las manos ocupadas.
-No, hoy.
Frunzo el ceño.
-Explícate.
-¿Te han dicho lo linda que te ves cuando estas agotada? Aunque debo decir que tu cabello tan despeinado luce de lo más sexy.
Me detengo de inmediato y miro en todas direcciones hasta que mi mirada lo encuentra.
Kyle está recargado en un auto negro mirando hacia mí con una gran sonrisa. Mi cara debe de ser de sorpresa total porque él ríe de mi expresión.
Sin pensarlo, corro hacia él y lo abrazo con fuerza ocultando mi rostro en su cuello. Cierro los ojos disfrutando de su abrazo y me estremezco cuando su mejilla se frota con mi cuello a la vez que él aspira mi perfume.
-Te eché tanto de menos linda.
-Y yo a ti.- sonrío.- Mucho.
-¿Tanto como para ir a cenar conmigo hoy?
-Tanto así.
-¿Adónde yo quiera?- asiento sonriéndole, estoy a la mar de contenta por tenerlo aquí.- Ok, te tomaré la palabra antes de que te arrepientas.
Su mano pasa un mechón detrás de mi oreja y acaricia mi mejilla.
-Te quiero.
-Y yo a ti.- sus labios rozan los míos y yo encantada le devuelvo el beso colgándome de su cuello.
Kyle es una persona increíble. Nos conocimos hace dos años en la Academia por accidente. Yo iba a las carreras, como siempre, y él, vestido de traje todo elegante, iba saliendo de la oficina de la directora. Chocamos de frente y caí de sentón al suelo tirando todos los libretos que acababa de imprimir para el musical de la Academia que estaba planeando junto con mis compañeros de clase.
Creo que lo insulté de mil maneras por el estrés del momento y él nunca dejó de sonreírme y disculparse. Se portó como todo un caballero y tras ayudarme a recoger todos los libretos y acomodarlos en orden, me acompañó hasta el salón donde todos me esperaban para después despedirse. Pero la cosa no acabó ahí. Cuando salí de la Academia, él estaba esperándome para invitarme a salir. Al principio me hice del rogar y se la puse difícil, pero al final salimos y fue una de las mejores decisiones que he tomado desde que llegué a Nueva York.
Kyle es un hombre realmente atractivo y de gran corazón. Lo que más me gusta de él no es su cara con las facciones perfectamente marcadas, ni sus ojos oscuros que provocan que me pierda al mirarlos... Lo que más me gusta de él es lo bondadoso y trabajador que es.
Resulta que es hijo de la directora de la Academia, la señora Suzy Montgomery, y de un importante inversionista de Wall Street, Daniel Montgomery. Pero a pesar de la influencia de su familia en la ciudad, o del dinero que él mismo ha creado trabajando junto a su padre en la bolsa de valores, no ha perdido su sencillez y busca como ayudar a quien lo necesita. Creo que eso fue lo que me enamoró de él.
Kyle abre la puerta del auto para mí y después sube al asiento del piloto para arrancar hacia mi departamento para que pueda arreglarme.
Al final, nos quedamos en mi departamento y hablamos durante horas de mi audición y de su viaje de negocios a Chicago. Estar con él es simple y a la vez espectacular. Siempre busca sacarme una sonrisa y hacerme sentir como lo más importante en el mundo para él. Soy afortunada de tener a Kyle en mi vida y la mejor parte es que mis padres lo adoran.
No he ido a Nueva Orleans desde hace ya un bien tiempo, debido al trabajo y en sí a que el lugar me recuerda una mala época de mi vida que me gustaría no revivir, pero mi familia me visita constantemente lo cual es una maravilla y me hace más fácil el estar lejos de ellos.
Mis padres y los padres de Kyle aún no se conocen, pero sé que se llevarán excelente ya que todos son grandes personas.
En este punto de mi vida, soy feliz. A mis 29 años de edad, me siento una mujer independiente que ha luchado contra los obstáculos para llegar hasta aquí. Sí, me siento exitosa pero también sé que aún tengo mucho por dar al mundo de los musicales.
Finalmente, una semana después de la audición, no recibo ninguna llamada para la segunda y mis esperanzas comienzan a caer. Kyle me dice que tenga fe, que uno nunca sabe que puede pasar en el momento más inesperado y agradezco que quiera animarme, pero aunque desde ese día ya sentía que no me elegirían, hoy no me siento animada.
Justo a la hora de la comida, mientras Kyle y yo comemos en un delicioso restaurante de Central Park, recibo una llamada. Kyle me mira sorprendido igual que yo y con una sonrisa me apresura a que responda.
-¿Si?
-¿Gwen Andrews?
-Sí, ella habla.
-Señorita Andrews, habla Jenny, la asistente de John Evans.
Mi pulso se detiene. John Evans es el director de la obra. Sí, el que casi ni me miró cuando finalizó la audición.
En todo momento Kyle no me pierde de vista. Está igual de nervioso y emocionado que yo. Mientras hablo con Jenny, espera pacientemente que le cuente todo con lujo de detalles y toma mi mano por encima de la mesa cuando me hacen la oferta. Al final me despido con Jenny quedado de verla en una semana a las 8 en el mismo teatro.
-¿Y?- Kyle me sonríe.- ¿Qué pasó?
-No me dieron a Elphaba, pero me llamaron para ofrecerme el papel de Glinda.- sonrío emocionada.- En una semana es la segunda audición para ver si me dan el papel.
Y la verdad es que estoy emocionada. No es el papel que quería, pero es un principal y me emociona demasiado, ya que nunca he tenido uno y creo firmemente que no hay papeles pequeños, solo actores pequeños.
-¡Eso es increíble, amor! ¡Felicidades!- Kyle se pone de pie y me abraza para después besarme profundamente. Él comparte mi felicidad y no puedo sentirme más completa por eso.- Esto es solo el inicio, estoy seguro de que vas a llevarte el papel y que muy pronto tendrás puros estelares. Cuando vean tu éxito se van a arrepentir de no haberte dado a Elphaba.
Acaricio su mejilla con mi mano sin dejar de sonreír y disfrutar el momento.
-Gracias por no dejar de creer en mí.
Lo beso con infinita felicidad y me rio cuando le pide al mesero la botella de su mejor champagne para celebrar conmigo.
Creo que ha sido la semana más rápida de mi vida. Todo pasó demasiado rápido que apenas y pude disfrutar de todo. Hice la audición junto con dos chicas más y me dieron el papel. Bailé, brinqué, reí, lloré y por una semana, la mala suerte no estuvo en mí día a día. Mis ensayos comienzan la siguiente semana y si trabajamos duro, el musical estará listo para la temporada entrante. La madre de Kyle les presume a todos los alumnos de la AADA mi logro y usa mi testimonio para motivarlos a trabajar duro. Creo que me ama más como su nuera ahora que tengo un papel importante en Broadway.
Cuando les digo a mis padres, ellos no dejan de decirme lo orgullosos y felices que están e incluso, mamá llora de la emoción al recordar su carrera en Broadway hace años. Britt me dice que no puede esperar a que llegue el estreno para venir a verme y visitar sus lugares favoritos de Nueva York.
El viernes por la noche, quedo de ver a Kyle en la esquina de Times Square con Broadway. Ha dicho que tenía una reunión de negocios cerca de aquí y como hemos quedado para cenar con sus padres en su casa en Manhattan, acordamos que era más sencillo vernos aquí a que él fuera hasta Brooklyn por mí.
“Ponte más guapa que de costumbre. Vamos a celebrar tu logro. Te quiero.”
Sonrío al releer su mensaje y camino entre las miles de personas sintiéndome realmente a gusto. A muchas personas les abruma estar rodeadas de tantas personas que caminan deprisa o que van inmersas en su mundo, pero a mí me fascina. Más que cualquier lugar, este es mi sitio favorito en Nueva York. Me encantan los colores que iluminan las calles por todos los anuncios publicitarios y como cada persona que pasa recibe un poco de esa luz sin darse apenas cuenta. Sonrío mirando los anuncios del Fantasma de la Ópera y el Rey León y me emociono al pensar que pronto estará de nuevo el de Wicked y me sentiré orgullosa al saber que formo parte del reparto principal.
Un pequeño grupo de músicos en la banqueta, comienza a llamar la atención de varias personas y me encuentro a mí misma sonriendo y mirando el pequeño espectáculo. La música es increíble y realmente linda. Una pequeña niña les deja un billete de 10 dólares en el estuche del saxofón y uno de ellos hace una reverencia. Todo el público aplaude, yo entre ellos, y algunos nos acercamos a dejarles algo de dinero por su increíble show.
“Ya estoy aquí, ¿Dónde estás?”
Le escribo a Kyle y guardo el móvil para seguir viendo a los músicos mientras espero a mi novio. Uno de ellos se pone de pie con el saxofón en mano y comienza a tocar de nuevo. En cuanto escucho y comprendo que canción es, una amplia sonrisa se forma en mis labios y disfruto de lo romántica que suena la canción tocada en saxofón. Can’t Take My Eyes Off you de Gloria Gaynor es una de mis canciones preferidas desde que mi relación con Kyle se volvió más seria. De hecho, es nuestra canción.
Comienzo a tararear llena de emoción e incluso a moverme un poco de lado a lado al ritmo de la canción. De pronto y sin ningún aviso, el músico se detiene dejando de tocar y frunzo el ceño algo molesta por el abrupto final.
“You're just too good to be true. Can't take my eyes off of you. You'd be like heaven to touch. I wanna hold you so much. At long last love has arrived. And I thank God I'm alive. You're just too good to be true. Can't take my eyes off of you.”
Todas las miradas se vuelven hacia el centro de Times Square y me acerco un poco para alcanzar a ver mejor al chico que canta en medio de tantas personas como si estuviera solo. Tiene una voz increíble y canta lleno de energía. Mi sonrisa se amplía al ver que es uno de los alumnos de la AADA que también ha audicionado para musicales conmigo. Pero a pesar de su preciosa voz, parece que las personas no lo notan, porque siguen caminando y en su mundo, como si nada pasara. O al menos la mayoría. La música de la canción original comienzo a sonar y me rio buscando por todas partes de donde proviene, pero no encuentro su origen, así que miro de nuevo. Justo antes del coro, el cantante hace una pausa y un grupo de bailarines se une al centro y comienza a bailar. Sonrío fascinada. Si hay algo que ame son los flashmobs.
Los bailarines sonríen encantados y continúan su rutina. Uno a uno, personas del público se van integrando al grupo y haciendo que se vea aún más increíble y extraordinario. Y como si no pudiera ser aún mejor, una orquesta de más de 50 personas, aparece colocándose en el centro. Los tambores suenan por todo el lugar y los bailarines se detienen, como si estuvieran congelados. Me acerco aún más para ver mejor y de pronto, las trompetas comienzan a sonar junto con un sinfín de instrumentos de la orquesta, creando la sinfonía perfecta de la canción. El chico continúa cantando y soy consciente de que ahora tiene tres chicas de coro y la canción suena aún mejor.
Todos los presentes comienzan a cantar el coro y me uno al momento sonriendo y aplaudiendo encantada.
“I need you baby, if it's quite all right, I need you baby to warm a lonely night. I love you baby. Trust in me when I say…”
Entre los bailarines veo a mamá sonreírme con una amplia sonrisa junto a papá, quién alza un pulgar en mi dirección. Frunzo el ceño confundida y miro de nuevo la escena delante de mí. Britt agita los brazos en el aire llena de emoción y comienza a saltar al ritmo de la música. Mi ceño se frunce aún más por la confusión y no sé qué hacer o si moverme. No entiendo nada de lo que está pasando.
Algunas de las pantallas de Times Square se apagan un segundo para después proyectar imágenes del espectáculo y me quedo helada cuando me veo a mí misma en dos de las pantallas. Miro en todas direcciones sin entender y veo como todo el mundo me sonríe como si todos supieran que pasa, menos yo. La voz del cantante cambia por una más grave y a decir verdad, muy mala, casi horrible al cantar. Un hombre uniformado de la orquesta camina hacia el frente cantando el último pedazo de la canción y en fracción de segundos, me tenso.
“Oh pretty baby, "Don't let me down," I pray. Oh pretty baby, now that I found you, stay. And let me love you, baby, let me love you...”
Mi boca se abre de la impresión sin poder creerlo y en ese instante entiendo todo lo que está pasando aquí. Me llevo ambas manos a la boca y comienzo a saltar y gritar de nervios y emoción. Kyle camina hacia mí con micrófono en mano y rio al verlo vestido así. Un gran número de lágrimas se forma en mis ojos y sonrío mucho, muchísimo. Él llega hasta mí y se detiene para mirarme a los ojos.
-Gwen, te conocí hace dos años de una manera algo extraña pero robaste mi corazón desde ese instante.- escucho algunos “aww” por todos lados y me rio sin poder evitar las lágrimas que estoy derramando de pura emoción y nervios.- Cada día que pasa, me enamoro más de ti y me doy cuenta de que sin ti no soy nada y que es un día menos que quiero pasar sin ti.- toma aire y me mira de nuevo.
-Oh Dios mío, oh Dios mío.- respiro entrecortadamente. Me falta el aire y no puedo contener mi llanto.
Kyle hinca una rodilla en el suelo y saca una cajita negra de terciopelo del saco de su uniforme de orquesta.
-Gwen Andrews…
Brinco sin dejar de llorar y las manos me tiemblan y sudan. No puedo creerlo… Kyle hizo todo eso… por mí.
-¿Me harías el honor de ser mi esposa?
Miles de aplausos estallan por todo el lugar y miro a mi familia que no deja de sonreír y está junto a los padres de Kyle. Mi mirada regresa a él y de inmediato sonrío.
-¡Sí! ¡Claro que sí!
Kyle sonríe de una manera hermosa, me pone el anillo en el dedo y me lanzó a sus brazos muerta de felicidad y emoción.